lunes, 3 de enero de 2011

Adiós 2010.

Primero que todo, volví... al blog. En dos años he vivido tanto que no tuve el tiempo de escribir. Sólo sentir, vivir, enfrentar, aprender, reír, llorar, buscar y encontrar sentido, crecer, envejecer, avanzar y dejar, crear momentos y atesorar recuerdos.
De todo lo vivido lo más trascendente, permanente y maravilloso es ser madre. Conocer a mi hijo Santiago el día que nació, abrazarlo, amamantarlo, acunarlo, protegerlo, verlo crecer y explorar el mundo, es una felicidad infinita. Este pequeño; que llegó al mundo como un trocito de humanidad que Dios me entregó para cuidar, para ayudar a que crezca; con la premiza de que sea la mejor persona que puede llegar a ser; ya tiene 1 año y 9 meses, y es tanto lo que me ha enseñado. Me sorprende cómo va mostrando sus gustos y preferencias, su personalidad tierna pero también exigente. Su confianza en las personas y en los animales, es un niño con pocos temores a pesar de ser muy regalón.
Por estos días estamos sufriendo, yo y su papá, porque lo estamos llevando a sala cuna unas horas en las mañanas para que se habitúe de a poco. Es triste dejarlo cuando se queda llorando, pero me digo (y en el fondo sé que es necesario) que ya va a pasar este período de adaptación.
Son los dolores de ser padres que no quisieran que sus hijos sufrieran nunca, pero es parte del crecer tanto para él como para nosotros.

Ahhh!, el 2010, ¿por qué me detengo a decirle adiós? porque dejó huella, porque es una forma de dejar atrás sin olvidar y porque era un año del que esperaba mucho y en el que viví pérdidas y dolores que fueron acompañados de mucho amor, fe y esperanza.
En primer lugar vino al mundo por muy poquito tiempo mi sobrino Daniel, hijo de mi hermana que se ha convertido en una mujer "grande" y valiente. Mi hermano sufrió quiebres y ha crecido, se ve tranquilo, más paciente y más maduro; es el padrino de mi hijo y lo adora. Y mi papá se fue el 5 de octubre, tras una larga enfermedad de la que ya estaba cansado, pero el último tiempo pudo conocer y ver crecer a su nieto Santiago, de quien decía que era un "sol" y le regaló muchas alegrías.

Por eso y por tantas cosa que nos pasaron a todos, Adiós 2010 y gracias ya que por todo lo vivido: hoy somos más grandes, más fuertes, más viejos, más sabios, más humanos.